Hoy estoy muy contenta de compartir en mi blog, un artículo de mis clientas con un tema que te va a gustar mucho. En esta ocasión se trata de Cristina Ramón, ella es Coach estratégica y una de esas maravillosas mujeres emprendedoras que un día decidió lanzarse y vivir de su profesión. Sin más dilación, te dejo con este buen post, donde Cristina nos habla de ¿El perfeccionismo, un don o una carga?
Primero de todo dar las gracias a Ester por abrirme las puertas de su casa virtual.
¿Te sientes a menudo atrapada por tu excesivo perfeccionismo? ¿Te atascas mejorando tu trabajo una y otra vez y siempre te parece que no es suficiente?
Me llamo Cristina Ramón y hoy quiero compartirte una reflexión acerca del perfeccionismo. Lo dice una ex-perfeccionista en metamorfosis… Por fin me convencí de que ‘Mejor hecho que perfecto’.
Durante muchos años esto de ser perfeccionista me parecía un don que, además era muy apreciado por mis jefes. Aunque estudié fisioterapia, mi carrera profesional se fue por otros senderos. He tenido varios trabajos y en algunos casos estuve inmersa en proyectos que requerían mucha precisión, como la edición y la publicación de libros. Con ello, era muy importante que no hubiera ningún error porque iba a traducirse a miles de copias.
El caso es que yo adopté la costumbre de ser muy perfeccionista. De hecho ya venía de más atrás porque siempre fui muy meticulosa y me ha gustado tener en cuenta los detalles.
Pero hasta que emprendí no me di cuenta del elevado coste que suponía ser perfeccionista… De repente tenía que enfrentarme a multitud de nuevas tareas como escribir un post, diseñar un producto gratuito o hacer una página de aterrizaje… Y todo se eternizaba.
Cada uno de estos proyectos se convertía en una tarea titánica porque siempre había algo que perfeccionar. Todo se alargaba en el tiempo de forma casi enfermiza. Podría pasarme meses redactando y mejorando los textos de mi página web o preparando mi ebook gratuito.
Hay una imagen que me gusta mucho del Tarot de Osho que es la carta de ‘Las cargas’ (‘The burden’) que lo escenifica muy bien. Es como tener un tirano dentro de tu mente que siempre te dice, ‘más, aún no es suficiente, tienes que hacerlo mejor’.
Mi perfeccionismo se traducía en ansiedad, mucho tiempo perdido, esfuerzo innecesario, jornadas eternas de trabajo, procrastinarían, escasos resultados, pérdida de motivación, cansancio, baja autoestima, y mucha frustración… ¡Un coste demasiado alto!
¿Te suena algo de esto?
Tomé conciencia de esto y aún así me costaba mucho cambiarlo porque era un patrón que estaba muy arraigado en mí…
Quería dejar de ser perfeccionista y me ponía fechas de entrega y demás trucos de productividad pero no me servía…
Hasta que después de mucho tiempo, años diría, comprendí que en el fondo con mi perfeccionismo quería evitar a todo costa que me criticaran, el ‘no gustar’, y hacía todo lo posible para ‘hacerlo bien’, ser reconocida y aceptada…. Detrás de mi perfeccionismo había un miedo tremendo al rechazo, a no ser suficiente…
Y es que en el fondo, somos seres sociales y dependemos unos de otros, nos necesitamos.
Digamos que esa era la ‘intención positiva’ de mi perfeccionismo. Como sabes, todo comportamiento parte de una intención positiva, pero a veces hay que mirar más allá del hecho inmediato.
Descubrir esto me ayudó a comprender que tenía que hacer un trabajo muy profundo de primero conocerme, aceptarme y quererme yo misma. Darme mi aprobación. Desde esa base sólida yo ya no iba a ser tan vulnerable a las críticas externas y a las ‘tormentas del mundo’.
Además, por la ley del espejo, el exterior solo refleja tu interior. Así que si yo empezaba por no criticarme y tratarme como a mi mejor amiga, el exterior iba reflejar lo mismo…
¿Qué te recomiendo si eres muy perfeccionista?
1. Descubre la intención positiva de tu perfeccionismo. Descubre de qué te quiere proteger, servir o prevenir. Ves más allá del comportamiento inmediato y ponte a trabajar con ese aspecto más profundo que te está bloqueando. Tal vez tienes que aceptarme y quererte más, dejar de compararte y de criticarte, o abandonar la idea de que lo que te da valor tú eres valiosa por tus resultados…Porque tú eres un ser bello, abundante y amoroso. Sólo por Ser, ¡no tienes que hacer nada!
2. Reeduca tu mirada. Muy a menudo nos fijamos primero en lo que está mal y nos olvidamos de apreciar lo que está bien. Cuando estés haciendo un proyecto o un trabajo, acostúmbrate primero a mirar lo bueno, y a continuación, con esa motivación e impulso, toma nota de lo que hay que mejorar. Recuerda el orden, marcará una diferencia en tu bienestar y tu satisfacción.
También es muy útil dejar de ‘darte tanta importancia’, y poner tu atención en las personas que quieres servir. Enfocarte en los demás te ayudará a desbloquearte.
3. Acción: ‘Mejor hecho que perfecto’. Adopta este nuevo mantra. La mejor de las intenciones no es comparable a la acción más pequeña. Actúa. Desarrolla el hábito de empezar y terminar las tareas.
No estamos hablando de hacer algo mediocre si no de enfocarnos en algo adecuado que mejore con el tiempo.
Ten en cuenta que hasta que no materializas un proyecto, hasta que no lo sacas a la luz, no lo puedes mejorar.
Imagina que creas tu primer curso. Tú sola lo diseñas y lo preparas, pero hasta que no tengas alumnos reales que lo prueben será difícil introducir mejoras. Con su feedback podrás convertirlo en un curso excelente a medida que pase el tiempo y que tengas la experiencia real.
Mientras sea sólo una idea en tu cabeza, no habrá nada que optimizar.
4. Modera tus exigencias. A veces fruto del idealismo o de exigencias inhumanas, nos fijamos baremos imposibles de conseguir que sólo nos llevan a la frustración.
Revisa tus creencias acerca de lo que es hacer un buen trabajo y vivirás con más paz interior.
5. Cuenta con compañeros para darte feedback. Si te atascas o si crees que ya tienes un resultado razonable pero no lo ves claro, pide feedback a otro compañer@. Muchas veces tú pierdes la perspectiva y eres tu peor crítica. Alguien con una mirada objetiva puede ser de gran ayuda.
6. Pierde el miedo al error. En realidad lo que llamamos ‘errores/fracasos’ son los aprendizajes que nos llevan al éxito. Como un niño cuando aprende andar que al principio se cae. A nadie se le plantea decir, ‘¡qué fracaso!; al revés, ¡lo animamos!
7. Conecta con la mentalidad de abundancia. A veces te atascas porque crees que hay UNA ÚNICA manera de hacer algo…. Cuando se podría hacer de mil maneras y seguiría siendo adecuado. Más que los micro-detalles, recuerda que también la energía y la intención que ponemos en una tarea marcan una diferencia.
8.Recuerda quién eres. Tú eres un ser divino, ilimitado y grandioso solo por SER. Tú eres más que tus resultados.
Empieza por quererte y aceptarte a ti misma, date tu aprobación.
Enfócate en los demás y en todo lo que quieres aportar al mundo. Y sobre, todo, y ¡pasa a la ACCIÓN!
Recuerda: ¡Mejor hecho que perfecto!
Me encantaría que me contaras en los comentarios si eres perfeccionista, cómo lo vives y qué te ayuda a superarlo, así como qué estrategias te han resonado más.
¡Un abrazo y mucha acción!
Sobre mí: Me llamo Cristina Ramón y soy coach estratégica en www.larevoluciondelcorazon.com . Ayudo a las mentes libres y a las emprendedoras a vencer sus miedos, a creer en ellas mismas y a emprender su camino. Creo que si cada persona siguiera su corazón, su mundo y la sociedad se transformarían, y de ahí, “la revolución del corazón”… ¿Me acompañas? Accede a mi guía gratuita,